lunes, 25 de abril de 2011

LAS GRANDES FAMILIAS - MAURICE DRUON


"Hacia dos años que había terminado la Gran Guerra. París había resurgido, deslumbrante, en medio de la tierra. Tal vez nunca había sido más fácil el movimiento de los negocios y de las ideas que en ese final del año 1920; jamás el dinero, el lujo, la obra de arte, el libro, el plato raro, el vino, la palabra, el adorno, la quimera se habían difundido con tal profusión. Los doctrinarios del mundo entero gritaban la verdad y la paradoja en los cafés de la rive gauche, y rodeados de ociosos inspirados, de estetas, de revolucionarios permanentes, de sublevados temporares, celebraban cada noche la más grande, la más asombrosa feria de la inteligencia que se haya visto en la historia del mundo. Ministros y diplomáticos de todos los estados, de todos los reinos, se codeaban en las floridas recepciones del barrio del bois. La Sociedad de Naciones, recién creada, había elegidocomo sede de su primera asamblea el salón del Reloj, en el Quai d'Orsay, y desde allí le había asegrudado a la humanidad una era de dicha".



"No, nadie confiesa jamás su terror a la muerte, y esa discreción no es, como suele afirmarse, dignidad; es osbre todo cuidado de no ahuyentar la ayuda de otro. El niño que se da cuenta del instante en que va a apagarse la luz persuade a su madre de que está esperando un beso por ternura; el soldado que canta a voz en grito en la portezuela del vagón una canción picaresca ahoga la angustia que ruge en él sin parar, como un sirena estropeada; la mujer que se ovilla contra la tibieza del amante y la pareja anciana que sigue manteniendo un lecho común llaman amor a su espanto. Nadie, nadie confiesa, por miedo a que su confesión lo aísle como a un apestado, porque la madre, el amante, el capitán, tamibén tienen miedo. todo, las civilizaciones, las ciudades, los sentimientos, las artes, las leyes y los ejércitos, todo es hijo del miedo y de su forma suprema, total: el miedo a la muerte"

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