sábado, 12 de febrero de 2011

ROMANTICISMO VIAJERO

 Cuando conseguí este libro sólo buscaba lecturas que me siguiesen conectando con lo exótico y lo oriental, que es mi natural tendencia personal. En mi opinión sólo se necesita  una sóla taza de té o café.  Es una obra llamativa como todas las que publica Ediciones del Viento . Auna el romanticismo con la curiosidad.  En la foto el autor es de un parecido irremediable a Tolstoi (casi me quedo de piedra) aunque en la obra te puedes imaginar algo más ... Es como la radio, la voz no es la imagen.

           BIOGRAFÍA.-      Wenceslau José de Sousa de Moraes nació en Lisboa, el 30 de mayo de 1854 y muere en Tokushima (Japón ) el 1 de julio de 1929. Oficial de Marina portuguesa, prestó servicio en Mozambique, Macau, Timor y Japón.                En 1881  es destinado a Mozambique donde tiene amores con una belleza negra llamada Arrusi, amores que sus superiores no admiten y lo envían a Timor. De allí a Macao, entonces colonia portuguesa en China. En 1888 conoce a Atchan, a la que compra legalmente (era lo que se hacía), se casa con ella y tienen dos hijos. Sobre China escribe algunos libros, pero cuando en misión oficial con el gobernador de Macao, visita el Japón (1887), se queda fascinado. Regresa en numerosas ocasiones, hasta que finalmente abandona a su familia china y se instala definitivamente en Osaka, de donde consigue que lo nombren Cónsul y se casa con Yone Fukumoto, una joven «geisha» con quien vive felizmente durante doce años en Kobe.    El viajero romántico se nutre de un descontento crítico que le lleva a abrazar culturas y formas de vida ajenas con toda la energía de la que es capaz.  
     Sin embargo, este estado feliz se rompe en el año 1912 con dos acontecimientos: el primero, la llegada de la República a Portugal, lo que hace que las probabilidades de una destitución de su cargo sean muy altas; el segundo y más dramático, la muerte de su mujer Yone Fukumoto. El mes de junio de ese mismo año, Moraes dimite como cónsul y pide su baja como miembro de la Marina portuguesa.
 
     En 1913, viudo y sin dinero, Moraes se va de Kobe a Tokushima, en el nordeste de Shikoku. En Tokushima vive la hermana de su mujer muerta, y ella es quien le invita a pagar los respetos a la tumba de Yone. No se va solo. Se lleva con él a Koharu, una sobrina de Yone que había vivido en Kobe con el matrimonio.
 
     En Tokushima, Moraes se instala en una pequeña casa, situada junto a los templos locales y allí visita innumerables veces la tumba de su mujer muerta. Consagra su vida a ese recuerdo y al amor de Koharu. Prueba de ello es su libro O Yone e Koharu, un homenaje los dos amores de su vida, un libro maravilloso, triste, nostálgico y esperanzador a la vez. En su prólogo Moraes lo dedica a “… aquellos que fueron tocados por el mal de la tristeza, que viven del sueño y de la nostalgia, y sólo a aquellos, es ofrecido este libro insignificante…”
 
        En 1916, Koharu muere de tuberculosis. Desde entonces, Moraes, se refugia en su soledad, en la contemplación de la vida provincial de Tokushima -lo que reflejó en su libro “O Bon-Odori em Tokushima”. Relance da alma Japonesa, representa un intento por desenterrar algo de lo que había visto, y sus opiniones en cuanto al futuro de Japón se debaten entre un amargo escepticismo y cierto atisbo de esperanza.
 
      El 1 de julio de 1929 Moraes muere a consecuencia de una caída. Sus cenizas están enterradas en un pequeño jardín junto al templo Choon-ji en Tokushima. Su último libro, Relance da alma Japonesa, representa un intento por desenterrar algo de lo que había visto, y sus opiniones en cuanto al futuro de Japón se debaten entre un amargo escepticismo y cierto atisbo de esperanza. El 1 de julio de 1929 Moraes muere a consecuencia de una caída. Sus cenizas están enterradas en un pequeño jardín junto al templo Choon-ji en Tokushima. 
 
Se puede considerar a Moraes como uno de los últimos viajeros románticos del XIX: son aquellos que viajan desde los lugares que han alcanzado el nivel suficiente, esto es el mundo industrializado y opulento, a otros mundos que le ofrecen, o así cree él, lo que ha ya desaparecido en el suyo, casi diríamos que se trata de un místico en busca del paraíso perdido, buscando algo mejor y más puro que lo que le rodea, viaja movido por el descontento no por un afán de aventura.

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