La casa del señor y la señora Pang es el lugar donde puedo descansar de ser la hija de alguien. Los días que paso aquí, una semana en verano y otra en invierno, son los únicos momentos en que no vivo bajo el mismo techo que mi madre, que es profesora. Ser hija es muy complicado, un cargo al que no se puede renunciar. El cielo perdona al niño que sueña con ser húerfano mientras sus padres se desloman para darle una vida mejor. Para una persona con padre y madre como yo, no hay vida que le parezca mejor que la de un huérfano. No sé cuántas veces habré soñado que estaba sola en la calle, vestida con harapos que me venían pequños y con los tobillos y las muñecas congelados y morados. En mi sueño canto al viento con voz temblorosa sobre la tristeza que asola el mundo. Después de una canción que parte elcorazón, hago una reverencia al público y ellos dejan caer una lluvia de monedas en mi cestita de cantante callejera, los hombres suspiran y las mujeres se secan las lágrimas con la punta de los dedos.
-Qué bien cantas. Otra más, Capullo.
Los hijos del señor y la señora Song siempre me sacan de mi ensimismamiento con sus aplausos. Estoy en medio del patio de la señora Pang, con mi nuevo abrigo de conejo, de pelo suave y blanco como la nieve, y con unas orejas largas tan endebles que no se aguantan derechas y descansan sobre mi frente como si tuviera un doble flequillo. aparto las orejas a unlado y me sonrojo de emoción. No me llamo Capullo; ese es el nombre de una célebre heroína que interpreta mi actriz favorita, Chen Chong. Sólo tiene dieciséis años, pero ya es la actriz más famosa del país. Me sonríe todas la mañanas desde el calendario que tengo junto a la cama.
-Vamos - me anima el mayor de los cuatro chicos- ¿Quieres ser un capullo?
"Los buenos deseos" Yiyun Li
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