La seda amarilla que él no elabora
¿podrá recorrerla?
Sus espirales sólo pueden desear
una concentración cremosa.
Su surco es su creación:
un poco de agua grabada.
En cualquier tiempo de su muerte
puede estar caminado,
como la seda que puede formar un mar
y envolver el gusano amarillo.
Así con sus ojos aplastados,
flechador de un recuerdo amarillo,
está trazando círculos de arena
al fulgor de la pirámide desvaída.
El deseo se muestra y ondula,
pero la mano tiene hojas de nieve.
José Lezama Lima
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