domingo, 12 de diciembre de 2010

LA MUJER JUSTA

"Ya te lo he dicho, nuestra vida se va mecanizando. Todo se enfría. Las habitaciones en las que vives siguen estanto a la misma temperatura, tu cuerpo se mantiene a treinta y seies grados y medio, y tu pulso sigue a ochenta pulsaciones por minuto., tu dinero está en el banco o invertido en la empresa familiar. Una vez por semana vas al teatro o a la ópera, preferentemente a salas donde representen comedias ligeras. En el restaurante pides comida ligera y mezclas el vino con agua mineral porque has apnedidio bien la lección y sigues todas las reglas para llevar una vida sana. Hasta aquí, ningún problema. Tu médico de cabecera, siempre que sea un hombre avisado y no un auténtico médio -las dos cosas no son los mismo-, después de la revisión semestral te estrechará la mano con satisfacción. Pero si tu médio es auténtico, es decir, inimitable e inevitablemente médico, como el pelícano no es más que un pelícano y el general es un general aunque no esté luchando en una guerra sino manejando una sierra de marquetería o resolviendo un crucigrama, entonces no se quedará tranquilo tras la revisión semestral, no te estrechará la mano satisfecho porque es inútil que el corazón, los pulmones, el hígado y los riñones funcionen de modo satisfactorio; es tu vida lo que no funciona bien. El ya advierte que el enfriamiento causado por la soledad, como los delicados instrumentos de navegación de un transatlántico detectan en el aire tórido y fragante de las zonas ecuatoriales el peligro que se acerca por el océano azulado, la muerte blanca, el glaciar. No se me ocurre otro símil, por eso repito lo del glaciar... Aunque también podría decir -es posible que a Lázár se le ocurrieran otras comparaciones- que el frío de la soledad es como el que se siente en verano en las casas cuyos habitantes se han ido de vacaciones: huele a alcanfor por todas partes, las alfombras y las pieles están envueltas en papel de periódico y, aunque fuera es verano y hace un calor abrasador, detrás de las persianas los muebles abandonados y las habitaciones sombrías han absorbido esa fría tristeza que hasta los objetos inanimados perciben: la melancolía que perciben, absorben e irradian todas las personas y las cosas que se han quedado solas."
La mujer justa
Sandor Marai

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